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Morelia
28 diciembre, 2024
LA NOTA PRINCIPAL

Dígaselo a Alfonso – Los Alcázar

De Alfonso Martínez Alcázar no es desconocido su afán protagónico y su desmedida ambición por estar en la palestra política sin importarle, para nada, la incongruencia de sus actos; de Enrique Alcázar Ramírez se mantenía en lo oscuro, escondida en un bajo perfil, su gusto por la magia negra y trabajar con medios de comunicación fantasmas.

Alfonso Martínez Alcázar demostró su incongruencia y su ambición política, muy personal, cuando, desechado por el PAN como candidato a la presidencia municipal de Morelia, se vistió con el ropaje de independiente y acuñó su célebre frase “sin partidos es mejor”.

Esa frase es portadora de la incongruencia de Alfonso Martínez Alcázar pues tres años después tiró la ropa de “independiente” y se vistió con los trajes panistas y perredistas estar hoy “gobernando” Morelia.

Su ambición no tiene límites y menos su dignidad porque no le importó que en su campaña como “independiente” le sacaran sus trapitos al sol y le restregaran en su cara actitudes delictivas como los moches, los sobre precios en las obras y otras pinceladas de corrupción que lo pintaron tal cual. Y tres años después, sin dignidad alguna, aceptó el cobijo de quienes lo acusaron de todo y se abrazó del PAN y del PRD para, otra vez, ser alcalde de Morelia.

De Enrique Alcázar Ramírez se desconocía esa “virtud” de trabajar con empresas fantasmas desde la comodidad de la coordinación de Comunicación Social del ayuntamiento de Morelia.

A Enrique Alcázar Ramírez le descorrieron el telón y asomó la puesta en escena de la contratación de empresas supuestamente dedicadas a la comunicación a las que se les otorgaron más de 590 mil pesos.

Reportes periodísticos dan cuenta de que las empresas a las que se les asignaron esos recursos no están registradas ante Hacienda, los números telefónicos carecen de línea, las direcciones que dieron son lotes baldíos y de inmuebles abandonados.

Nada despreciable esa cantidad que cayó en manos de ¿quién?, si las empresas a las que supuestamente se les asignaron son “fantasmas”.
Haciendo honor a su apellido, los Alcázar están construyendo un recinto con muros de corrupción y de opacidad para ocultar sus triquiñuelas, pero siempre queda una rendija que permite ver su podredumbre.

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