Antonio Tenorio Adame
Diciembre 11 de 2022… A propósito del homenaje que la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales rendirá próximamente, in memorian a uno de los grandes hijos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, las posibilidades existenciales están sujetas a las limitaciones biológicas del ser humano, con excepción de los historiadores. Ellos rompen las reglas del juego al asumirse los árbitros de la contienda entre el cuerpo y el tiempo, ya que el pasado lo conjugan con el presente, entonces recrean un tiempo no vivido, con el tiempo que transcurre, a la vez que su obra trasciende como referencia de lo ocurrido en los tiempo aun por venir. Por eso a nuestro admirado y querido amigo José Herrera Peña sólo lo vamos a extrañar porque sabemos que él aún alberga en las bibliotecas y cafés donde se mezclan los humos con los olores de quienes saben deleitarse con la amistad charlada.
A propósito de los cafés, allá por los año del 2002, un grupo de amigos acudíamos todos los jueves a reunirnos en las mañaneras de los jueves a “descomponer” el mundo donde predominaba el saber de la historia y el sabor del café, todos feligreses de la doctrina patria del libertador Hidalgo. En consecuencia, por razones patrias y admiración a una lucha libertaria tan valiosa como la de la independencia, donde se mezclaban las dichas y los dichos, la buena lectura con la alegre coreografía de Moliere, todo envuelto con un sentido de humor, se le llamó entonces la “Francia chiquita”, una titularidad que a nombre de la identidad de sentimientos amores patrios y sentido del humor, afectivo e irreverente, se impuso en la frente de cada nuestro. Por eso los hijos de “San Nicolás de Hidalgo” decidió honrarse con el mismo título, “no por ser sino por querer ser”, además que toda Morelia es en sí, una “Francia Chiquita”.
Como todo moreliano tiene algo de conspirador ilustrado aún sin proponérselo, porqué Morelia lo exige y lo impone, al ser “el Jardín de la Nueva España”, y en versión de Pepe Alvarado, una ciudad de estudiantes que “todo lo polemizan”, capaces de dar a Morelia una “juventud inextinguible” y ya entre esos estudiantes escuchan la voz vibrante y coherente del maestro de siempre José Herrera Peña. Es hora de contraer el tiempo para repetir uno de los eventos que caracterizó al nuestro “Guerrero de la imaginación histórica”, como participante de una conmemoración que no por concurrida trascendió sino por contener la esencia de la memoria, honrar a Morelos: el Coloquio del 190 Aniversario de la Constitución de Apatzingán.
COLOQUIO “MEMORIA Y RETOS DEL CONGRESO MEXICANO ”CONMEMORACIÓN DEL 190 ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE APATZINGÁN
Morelia, Mich., domingo 24 de octubre de 2004.-
La Comisión de Cultura de la LXIX Legislatura del H. Congreso del Estado Libre y Soberano de Michoacán y la Academia Mexicana de Historiadores y Cronistas Parlamentarios, realizaron el Coloquio “Memoria y Retos del Congreso Mexicano” con motivo del 190 Aniversario de la promulgación de la Constitución de Apatzingán. Para la preparación y organización del evento se contó con la singular cooperación del Doctor Teodoro Barajas, así como la colaboración del comunicador social don Jaime López Martínez, quien hizo la presentación, comentó que la Constitución de Apatzingán de 1814 tiene sus orígenes en el ideario libertador y la visión constitucional del generalísimo Morelos, la cual también es llamaba Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana. Felipe Remolina Roqueñí, al hablar de “La Vigencia de la Constitución de Apatzingán”, mencionó que la constitucionalidad radica en la concreción de la norma en abstracto, la justificación jurídica, la sentencia, o el acto administrativo de la norma general y para que se considere aplicable, se necesita que se dicte sentencia que obligue a las personas a acatar la norma. Mostró varios documentos que avalan su vigencia y positividad. Concluyó al decir que la Constitución de Apatzingán sí fue aplicada y tuvo plena validez.
Durante su intervención, José Herrera Peña habló sobre el tema “Morelos ante la justicia colonial”, señaló que Morelos además de declarar la Independencia de la nación, promulgó la Constitución de Apatzingán. Después de caer prisionero, el Tribunal del estado, la iglesia y la Santa Inquisición lo sometieron a juicio, pero no lo juzgaron a él como generalísimo de las armas americanas y miembro del supremo gobierno del estado mexicano, sino como si él fuera la ideología del Estado Mexicano. Por su parte, José Barragán Barragán durante su exposición acerca de los “Juicios de residencia y responsabilidades en la teoría de José María Morelos”, recalcó que los juicios de residencia forman parte del legado que debe trascender a la organización del estado moderno, cuyo fin es hacer efectiva la responsabilidad y en el que los principios fundamentales son la representación, la democracia y la legalidad. El principio de responsabilidad es aquel que obliga a rendir cuentas al pueblo. Guillermo Morfin García al referirse a “La religión de Estado en la insurgencia” expresó que en el Decreto de 1814 se priva en el país una religión de Estado y no es hasta 1857 que inicia la separación de la Iglesia católica y el Estado, ya que anteriormente la Iglesia legislaba en materia civil, además se decreta la libertad de culto. Sobre “Los delitos de lesa nación”, Juan José Mateos habló con especial interés de la enorme y lamentable pérdida territorial que sufrió nuestro país, refiriéndose además de los estados de California, Nuevo México y Texas, a otros territorios de Centroamérica y Estados Unidos, que “debieron estar bajo la bandera de México”. Señaló que se trata de una extensión superior a los 5 millones de kilómetros cuadrados, equivalente al total del territorio europeo.
Consideró además impresionante el hecho de que muy pocos conozcan las verdaderas razones y los actores involucrados en la pérdida antes mencionada. Culpó en gran medida a la falta de una “memoria histórica”. Luego de una análisis diacrónico y extenso, para clarificar la relación existente entre “Autodeterminación y soberanía en la insurgencia”; Martín Taviera Urióstegui; Su exposición verso en torno a la “Soberanía y autodeterminación de los pueblos”. En su exposición abordó la soberanía como la potestad suprema que tiene un Estado para regir su vida interior sin interferencia de ningún poder externo; agregó que temas como la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, tienen que clarificarse una y otra vez, ante el empeño de los enemigos de la paz y la independencia de los pueblos, para arrasar la soberanía de las naciones por el poderío de las armas y de la expansión económica. Por otro lado, Antonio Tenorio Adame, cuya ponencia se denominó “Orígenes y Reforma del Congreso”, señaló que la Constitución de Apatzingán es sin duda la consumación de la obra legislativa que distingue como estadista a José María Morelos y Pavón, agregando que el inicio de la construcción del Estado nación mexicano, fue concebida e impulsada por el “siervo de la nación”.
Asimismo, destacó la importancia del diseño original de gobierno legado por Morelos, ya que la proposición de un régimen de gobierno promovido y designado por el Congreso que hoy se propone como una novedad, ya fue la idea acogida con fina elegancia en el Acta Constitucional de Apatzingán; refiriéndose al pasado coloquio sobre “Gobernabilidad democrática”, celebrado en el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde fueron insistentes los pronunciamientos en torno al agotamiento del modelo político vigente, “el sistema presidencial” y donde se propuso como innovación una reforma para la conversión a un sistema “semipresidencial” o “semiparlamentario”.
Finalmente, se dio lectura al discurso “Proyecto de Constitución y D. Andrés Quintana Roo”, tema a cargo de Manuel Arellano Zavala. En él se reflexionó a detalle los andares insurgentes de este soldado del pensamiento. Arellano Zavala, retomó la vida y obra de Andrés Quintana Roo, desde la edad de 25 años, en que se incorporó a la insurgencia, señalando que a los 26 fue diputado vicepresidente en funciones del presidente del congreso de Chilpancingo, y a los 27 coordinó la integración de la Constitución de Apatzingán. Fue así como describió paso a paso su presencia y su memorable paso por la historia de nuestro país.