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27 diciembre, 2024
LA NOTA PRINCIPAL

La opinión de Rogelio Raya

Sucesor o continuidad.

Rogelio Raya Morales

Parece que el proceso de definición de quién sería el personaje idóneo para encabezar la próxima administración federal en el 2024, se adelantó en serio. Y surgen algunas inquietudes que necesitan comentarse.

Al momento, es indudable que el bloque político social caracterizado genéricamente como 4T, es el que posee, no sólo las mayores posibilidades de triunfo en la futura contienda electoral, sino que, también, posee los personajes con mayor capacidad política y administrativa, imagen y presencia social entre todos los posibles contendientes, considerando, incluso, a los opositores conservadores. Y dentro de todos los que se ubican en el bloque de la 4T, que son muchos, sólo hay tres con verdaderas posibilidades: Claudia Sheimbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López Hernández; lo de Noroña es otro asunto que ya hemos tratado y que tal vez seguiremos tratando más adelante.

Hasta aquí creo que no hay nada nuevo. Pero lo realmente interesante es analizar la forma en cómo el partido morena perredizado ha estado tratando de asumir este proceso. Por doquier, vemos ya actividades cada vez más frecuentes e intensas en favor de cada uno de los antes mencionados. Totalmente normal y lógico en cualquier partido político. Sin embargo, se tiende a considerar cómo enemigo a todo aquel que exprese simpatías por el que no concuerde con los puntos de vista particulares. Craso error. Hoy, más que nunca, se requiere de la mayor unidad y de agruparse con toda la convicción en torno del que se decida encabezar la 4T. El enemigo real es el conservadurismo y los que vivieron e hicieron de la corrupción y el privilegio su modus vivendi y, éstos, son los peores enemigos, porque luchan sin ninguna ética política y con recursos ilimitados. Quienes no ubiquen la particularidad del proceso que se viene, piensan sólo en el sucesor de AMLO. Esta es una manera vulgar y obtusa de pensar y actuar en la actual coyuntura. Olvidan lo esencial, que es mantener la marcha de la transformación social.

Pero, además, lo meramente importante en este proceso, es que empujemos con toda la presión política y social que esté a nuestro alcance para que superemos la idea de que lo que estamos definiendo es un sucesor de AMLO y no la continuidad del proceso de cambio que él inició. Pensar sólo en abstracto, en quién será el sucesor, es un error.

Tenemos que redoblar esfuerzos para que se entienda y se asuma con la mayor conciencia (he aquí uno de las tareas prioritarias del partido morena perredizado que, ni siquiera imaginan, por ello, esta es una tarea de todos lo que, desde diferentes trincheras, defienden a la 4T) que, lo que realmente estamos definiendo en el próximo proceso electoral del 2024, es la continuidad de la 4T, del proceso de transformación que se inició en el 2018 y, el cual, no debe ni ralentizarse ni eliminarse.

Nuestro dilema, y desde luego, nuestro principal objetivo político social, es que, quedé quien quede, por el lado de la 4T, ésta se continúe y se profundice. Impulsemos una real continuidad de la actual política social y no sólo pensemos en quién sucederá a AMLO. Esa es la cuestión a resolver y a enfrentar de la mejor manera. No nos equivoquemos.

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