A los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa los mantienen dentro de una bodega grande, de concreto, techo laminado, y cortina metálica, ubicada en Pueblo Viejo, (…) entrando a la recta hasta llegar a una Y, doblando a mano izquierda y se sigue un camino de terracería hasta llegar al cerro. (El testigo) describió que son poquitas casas las que se encuentran ahí, sugiriendo que para llegar al lugar se requiere de helicópteros, ya que estos sujetos están en la parte alta.
Esto se lee en uno de los párrafos que contiene el informe de la Presidencia de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa,anunciado y publicado el 18 de agosto pasado por Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación en derechos humanos.
MILENIO tuvo acceso a dicha finca, abandonada desde que, hace 8 años, la catearon marinos, militares y policías federales.
La finca donde está la bodega vieja, según versiones de vecinos, pertenece al líder criminal de Guerreros Unidos: Gildardo López Astudillo, Cabo Gil.
La bodega, dice un vecino, fue saqueada. Solo quedó una vieja silla de madera, una vitrina donde dejaron una bala sin percutir, calibre 380, y la mesa apolillada donde se encontró el bloc de notas de una joyería, con el nombre de López Astudillo, quien tenía su negocio en el Mercado de Joyerías, en el centro de Iguala, frente a la central de autobuses.
Hay información corroborada, también, con llamadas al teléfono de emergencias 089, donde se acredita que presuntamente seis de los estudiantes de los 43 desaparecidos estuvieron retenidos varios días y con vida en una que llaman la bodega vieja y ahí fueron entregados al coronel, como ven en los testimonios, quien se hizo cargo de estos muchachos. Dijo también Encinas el pasado 27 de agosto en la conferencia matutina en Palacio Nacional.
La bodega se ubica al fin del mundo, en medio de un extenso terreno que la maleza ha escondido y que ha invadido las paredes. Alrededor no se observan viviendas, sólo campos donde se siembra maíz y algunos corrales. Ingresar es fácil porque la cerca de malla metálica está derribada. No hay sellos de aseguramiento de ninguna autoridad.
La supuesta casa de López Astudillo está rodeada por caballerizas y chiqueros, construidos con tabiques y techos de lámina de metal. Tiene su propio pozo de agua y varios canales de riego que dan frondosos árboles. La bodega cuenta con un solo nivel y está pintada de rosa mexicano. Sobre el piso hay cientos de revistas que tratan de la crianza de gallos; también hay algunas de corte político.
Otro vecino recuerda que, en varias ocasiones, las autoridades buscaron restos humanos en la finca. “Todavía el año pasado vinieron”, dice y señala hacia la tierra removida pero no se observa que hayan cavado fosas.
“Era cosa de todos los días que gente armada subiera al cerro”, cuenta el vecino. “Después de la desaparición de los 43 normalistas, no volvimos a ver por acá a Guerreros Unidos. Todavía hay inseguridad pero al menos sabemos que esa bodega ya no está siendo usada”.
“Era cosa de todos los días que gente armada subiera al cerro”, cuenta el vecino. “Después de la desaparición de los 43 normalistas, no volvimos a ver por acá a Guerreros Unidos. Todavía hay inseguridad pero al menos sabemos que esa bodega ya no está siendo usada”.